Seguimos desde el Festival Internacional de Sitges que en su 51 edición da mucho que hablar.
A continuación, la crónica de los últimos dos días:
What keeps you alive (Colin Minihan, 2018)
Esta película agota la definición del psicópata de una manera tosca y demasiado obvia hacia el final de la película. Una completa lástima, ya que la atmósfera está muy conseguida desde el principio del metraje: tensión dentro de que la historia la hemos visto muchas veces, buenas interpretaciones por parte de Brittany Allen y Hannah Anderson: sobre todo una perturbada Anderson que ya muestra su trasfondo enigmático desde el principio del film.
Ghostland (Pascal Laugier, 2018)
Ghostland es un intento fracasado. Intento de ser una película lovecraftiana sin conseguirlo (lo único que tiene de lovecraftiana es el hecho de que Beth, una de las hermanas protagonistas, sea una aspirante a escritora quien crea relatos de terror y vive atrapada en un rico un mundo interior. Lo que cualquier adolescente un poco creativo y sensible hace durante su adolescencia, vaya.
Carente de tensión, sin terror ni horror. Muchos quiero y no llego. Un buen planteamiento que se desvanece con una historia que podría pero lamentablemente no da más de sí.
Parallel (Isaac Ezban, 2018)
Si no hubiéramos visto recientemente obras maestras como Coherence (James Ward Byrkit, 2014), querido Ezban, tu película nos hubiera impresionado un poco. Pero ni por esas. Una pandilla de amigos que tienen la misión de finalizar la demo de una app en cuatro días. Para ello descubren un portal multidimensional y con él y que acaba en un conflicto ético que literalmente se les va de las manos, a los protagonistas junto con el director; y que crea un juego tan inverosímil (e innecesario) de tramas inconexas que resulta en una decepción multidimensional.