Antes de las Navidades me dijeron si quería escribir unas líneas sobre un documental de un director mallorquín, Paco Gené, que iba a estrenarse en breve. Acepté con gusto porque me encanta la música y la gran pantalla. Lo cierto es que no pude ir a estreno pero el director nos facilitó acceso online al documental y aprovecho para agradecérselo.
Los zapatos no vuelan es una más que respetable muestra de cómo el sueño de vivir de la música no es un mero sueño. Pero es, sobre todo, una loa a la independencia como modo de vida. La manoseada etiqueta del indie cobra vida en este largometraje de la mano de grupos tan genuinos como Sex Museum, Garaje Jack, Le Punk, Los DelTonos, L.A., Viaje A 800 o Crudo Pimento. Y es que, sin pretender hacer a estas alturas de la película un análisis etimológico de la palabra, la escena indie debería sobre todo tener como denominador común esa impronta de lo independiente, lo que va por otro lado. Algo que ciertamente hoy ya se cuestiona mucho. Y precisamente a través de las formaciones mencionadas, algunas ya extintas, vemos reflejada la cruda y dura realidad a la que se enfrentan para intentar mantenerse a flote dentro de una compleja industria. El director nos cuenta historias de talento y frustración; de sacrificio y escaso reconocimiento, pero de satisfacción y orgullo personal. Historias donde lo intangible es el valor agregado, así como la esencia y razón de ser. En definitiva son bandas que sirven de ejemplo de integridad musical y artística que desafían a una infinidad de trabas para construir su propia historia.
Aunque quizás la manufactura del documental, desde un punto de vista de la realización, es mejorable, como espectador, el tema e hilo argumental me convencen. Probablemente se echa de menos la perspectiva de la de gente del negocio y el sector discográfico, aunque sólo fuera por mostrar la otra cara de la moneda, que siempre aporta ecuanimidad; por otro lado, el minutaje de imágenes de archivo de conciertos podría reducirse en favor de más opiniones.
Pero sin duda siempre es de agradecer que haya iniciativas así, que defiendan esa vertiente más primigenia de la independencia; que al fin y al cabo es siempre extrapolable como modus vivendi, y que sobre todo ponen un punto de esperanza en esta difícil realidad.