Estos días, entre tanta campaña y debate político, entre Eurocopa de fútbol y sobredosis de Brexit, pensaba en la figura icónica del líder. Esa persona capaz de movilizar a sus semejantes tan sólo con un gesto, una palabra… Pensaba en la carencia de estos arquetipos en general en nuestra sociedad, tanto a nivel global como local. Sí, le otorgamos a líderes políticos ese papel casi mesiánico de salvadores de la patria, expresando más un deseo que constatando una realidad. Veneramos a astros argentinos del balompié que protagonizan decenas de spots publicitarios para así poder envidiar una vida de ensueño;u observamos murales con aquellos revolucionarios prototípicos que nos recuerdan que aún queda mucho por lo que luchar.
Imagino que los líderes son y serán necesarios siempre porque, en general, cualquier colectividad requiere de un director o conductor, ya sea en la forma de un empresario, un presidente del gobierno o un entrenador. Independientemente de los muchos iconos que han existido en diferentes épocas, desde Bob Dylan o John Lennon en los ‘60, hasta Bono o Michael Jackson en los ‘90, la música desde luego ha contado también con personajes que han liderado grandes bandas, y que precisamente por tener ese algo de más han tenido una trascendencia individual paralela a la de su banda, así como en el tiempo. Son aquellos que se han ganado un lugar en las paredes de nuestros dormitorios; y cuyas historias vitales suelen tener un componente trágico, o van acompañadas de conceptos como esfuerzo, rebeldía, ego, drogas, alcohol y mujeres. Y precisamente por todo ello se terminan convirtiendo en leyendas.
Resultaría del todo imposible establecer ningún tipo de ranking, y además no es mi intención. Y, como es lógico, cada uno pensará en sus favoritos. Pero seguro que si pongo algunos ejemplos convendremos en la idea del perfecto frontman. Robert Plant de Led Zeppelin podría ser el molde de muchos frontman de hoy; con un estilo muy particular al moverse y con una voz única e irrepetible, podría decirse que es el ejemplo de cómo integrar música y estilo generando un gran magnetismo. Probablemente un pionero. Aunque a mí siempre me gustó más Jim Morrison, de The Doors; considerado por críticos y fans como uno de los cantantes más icónicos e influyentes de la historia de la música rock, era una de esas personas propensas a las adicciones y a los excesos, representando así el paradigma del artista rebelde dentro de la contracultura juvenil popular. A pesar de eso sus salvajes performances desprendían una personalidad única. Cómo no, imposible dejarse a Freddie Mercury de Queen; un símbolo, no sólo para el colectivo gay por su lucha contra el SIDA, sino porque probablemente sea uno de esos cantantes más carismáticos del rock y que objetivamente habría que colocar en un top 5 de las últimas décadas. Pero eso lo dejo a vuestro criterio. Mick Jagger de los Rolling Stones es también puro carisma y teatro. Sin duda un personaje que despliega energía y sensualidad sobre el escenario. Steven Tyler de Aerosmith ha encarnado la versatilidad y, siendo un buen discípulo directo de Jagger, representaría junto a este último la inmortalidad del rock ‘n roll. Un tipo con historia, lleno de caídas en las drogas, con depresiones, pero siempre en la brecha. Axl Rose de Guns N’Roses podría ser algo así como un híbrido hecho a base de restos del Glam y del nuevo hard-rock de los ‘90. Estrafalario en su atuendo, agresivo en lo vocal y sobre todo transgresor. Una voz de lo más particular difícil de repetir también. Todo un personaje en mayúsculas, aunque quizás no tan icono como otros. Brian Johnson de AC/DC (aunque Bon Scout fue su primer vocalista) ha logrado también con su voz y su look, así como con su forma de actuar, colarse en ese grupo de míticos. Y más recientemente podríamos mencionar a Kurt Cobain de Nirvana como abanderado de una nueva generación que le presta poca atención a lo visual y a lo formal. Un tío rebelde, apático y controvertido que cantó lleno de rabia desafiando a todo y a todos, menos a la muerte. Creo que tampoco podríamos olvidarnos de Eddie Vedder, de Pearl Jam, reconocido por su poderosa y desgarradora voz, que ha sido calificado como el número siete en la lista de «Mejores cantantes de todos los tiempos», realizada por la revista Rolling Stone. Y si pudiera meter de mi propia cosecha me atrevería a dar dos nombres más: Dave Grohl, ex-Nirvana y líder de Foo Fighters, será uno de esos cantantes que esté en la pomada precisamente por estar siempre metido en todos los saraos. El de Ohio será siempre recordado como batería de Nirvana, pero con el tiempo se ha revelado un tío de lo más polifacético, con un sentido del humor e ironía característicos; y Anthony Kiedis, miembro fundador de Red Hot Chili Peppers, lidera una de las bandas más influyentes en las útlimas décadas; con una puesta en escena muy personal, ha resultado ser un tío bastante camaleónico en lo que a su aspecto se refiere, sin perder ni un ápice de su particular personalidad en ningún momento.
Como decía, esta es tan sólo una pequeña muestra; seguramente el frontman perfecto sería una mezcla de muchos aspectos de estos. Pero volviendo al principio, creo que atravesamos un periodo de carencia de referentes a los que admirar porque quizás sean figuras a la baja en un mundo tan globalizado; porque todo pasa muy rápido en general. Me pregunto quiénes serán esos cantantes míticos (de ahora) en 50 años, y si podremos evaluarlos desde la misma perspectiva con la que ahora miramos al pasado. En cualquier caso, todo esto está por escribirse.
(NOTA: queda pendiente un segundo artículo reservado para ellas.)