Para mi estreno en Notodoesindie en materia de artículos he estado pensando varias posibilidades. Imagino que todas ellas válidas y que en un futuro pienso (o no) escribir. Todas ellas alejadas de la música jazz o de la libre improvisación por mi implicación en la revista digital Tomajazz. Pero me conozco y justo cuando tenía decidido sobre qué o quién escribir me hago un auto-quiebro y veo que necesito escribir sobre un músico imprescindible que aunque trasciende cada día más, necesita de un mayor reconocimiento fuera del círculo más jazzístico. Estoy hablando del pianista menorquín Marco Mezquida.
La verdad es que no me apetece escribir un artículo con información aburrida de si el músico estudió en no sé donde o sobre si contiene influencias de no sé quien. Que no digo que no esté bien, simplemente es que solo me apetece hablar en estos términos. Entonces, Marco Mezquida es uno de los músicos que más me ha impactado en los últimos años. Y es que pocos, muy pocos tienen el efecto hipnotizador que desprende cuando se coloca ante el piano y deja que sus dedos se fundan con el instrumento. Y sí. Efectivamente. Tiene una técnica excelente (Sublime). Pero rápidamente te das cuenta de que, aunque es indudablemente importante, no es definitivo. Presenciar un concierto de Mezquida es enfrentarte (al igual que él se enfrenta) al futuro incierto. Pero también enfrentarte a tu propia historia y a la de Marco. Al cúmulo de sensaciones ultra sensoriales que provocan una abstracción total del espacio-tiempo.
Aunque se suele encasillar al menorquín en el Jazz y en la libre improvisación… ¡No se asusten! No sé qué manía tienen algunos de llenar su boca de tópicos al oír estas palabras: “yo es que el jazz no lo entiendo”, “yo es que eso de que no tenga una melodía como que no”, “eso lo sé hacer yo con los ojos cerrados” y un larguísimo etc. Hay que tirar a la basura los prejuicios de una vez. Para escuchar música solo hay que hacer precisamente esto. Escuchar. Hay una gran diferencia entre oír y escuchar. Escuchar es estar únicamente pendiente de la música (yo mismo, muchísimas veces no lo respeto). Buscar una conexión entre lo que suena y uno mismo. Sentirla, y si uno quiere, volar. Y volar es precisamente lo que consigue que hagamos el músico del que estamos hablando…
¡Perdón! me voy por las ramas… (volviendo al principio del anterior párrafo) Aunque se suele encasillar en los estilos comentados, Marco Mezquida es de aquellos músicos que pueden constituir un estilo en si mismo. Claro que sus estudios vienen de la música clásica, jazz e improvisación libre, pero prefiero desvincular tanta etiqueta y simplemente entender su música como algo que debe suceder. Algo que brota espontáneamente y que crea momentos únicos e irrepetibles. Dentro de ellos crea más y más. Todo ello hasta el infinito (¡y más a jazz!)
Invito a todos los que lean este breve artículo, a que investiguen sobre la música que hay publicada de este pianista. Por poner algunos ejemplos de trabajos discográficos publicados: La Hora Fértil (Whatabout Music, 2013) primer disco a piano solo en el que de mezclan composiciones e improvisaciones (Que por cierto presentó en Palma de Mallorca con un público demasiado escaso); My Friend Marko (Fresh Sound New Talent, 2013) disco a trío que explora su vertiente más jazzística pero aportando nuevas formas, con grandes dosis de improvisación y con unos acompañantes de lujo, Marko Lohikari (contrabajo) y Carlos Falanga (batería);
Y aunque todavía no está publicado, próximamente vamos a tener entre manos el disco que ha grabado con dos monstruos como Ernesto Aurignac (saxo alto) y Ramón Prats (batería) o lo que es lo mismo: MAP. Un supergrupo (o supertrío) en toda regla.
Nada más, espero que buceen en la música de Marco Mezquida. Pasados los años dejará un poso importante en la historia de la música (así, en general) en España. No lo duden y sean partícipes de ello.
Texto: © Jesús Mateu Rosselló, 2016
Fotografías: © José Luis Luna Rocafort, 2016