“Cuando todo esto haya terminado y no importe demasiado lo que diga, cuando no esté ya… Y podrás decirme qué cabrón y puede que incluso se te ocurran más insultos”.
“Himno Generacional 83” de Los Planetas, de repente tenía sentido. No me había hecho nada pero yo ya no la aguantaba más. Su perfeccionismo, su control, su rigurosidad. “Por favor, relájate un poco y sonríe”. ¿Os parece una frase de ruptura? Pues lo fue, el principio de la discusión más absurda de la historia. Vale llegábamos tarde por mi culpa, pero llegábamos… ¿qué más da cinco o diez minutos? La envié a paseo y el tema fue que me quedé más que tranquilo, aliviado…
Ahí te quedas pesada. Siento hablarte con franqueza pero tanto me dolía que ya no siento nada.
“Quisiera esta junto a ti, quisiera ser un planeta, volando a tu alrededor”.
Qué frágil es la memoria. El mecanismo de autodefensa que tiene nuestro cerebro nos lleva a olvidar lo malo e idealizar los buenos recuerdos. Ahí estaba “La noche inventada” de Family llevándome a querer estar a tu lado y reviviendo todo lo bueno. De los malos rollos ni rastro, realmente pensaba que no eran para tanto, hasta llegué a pensar que merecía la pena estar contigo y deseaba que esa discusión nunca hubiera tenido lugar.
“Desde aquí desde mi casa veo la playa vacía, ya lo estaba hace unos días ahora está llena de lluvia…”
Nada, se acabó. Me gustaría que la canción que sonara fuera “Turnedo” y que en una imagen épica y cargada de dramatismo nos hubiéramos besado por última vez y a nuestro pesar hubiéramos dicho adiós con una mezcla de ternura y melancolía, o al revés nos hubiéramos dado esa oportunidad definitiva y la hubiéramos sabido aprovechar…
Joder que sencilla es la vida a veces: tontería, cabreo, reconciliación, enfriamiento, reencuentro con tu ex y adiós a lo nuestro. Encima tonto de mí aún dejo mi hombro a tu disposición… si es que ya lo decía otra canción, “tú me estás dando mala vida”.