Muchas veces hemos escuchado aquello de “la vida son momentos”. Creo que es muy cierto. Muchos te curten como persona, muchos pasan a un imaginario personal perfectamente clasificado en nuestro subconsciente; otros nos marcan de algún modo. En mi caso, y supongo que en el de muchos, la música siempre ha acompañado cada uno de esos momentos.
Allá por el año 1993 tenía 15 años (ya he delatado mi edad) y por entonces podría decir que ya estaba empezando a separar la paja del grano, a pesar de mis cintas de casete de “variados 40 Principales” – sí, no lo neguemos, muchos escuchábamos esta emisora, hoy cuando menos de gusto sospechoso. Pero aquello creo que era otra cosa, o al menos quiero pensarlo. Para entonces ya era capaz de pegarme horas en la habitación con los auriculares buenos de mi padre escuchando durante horas con emoción discos que sin duda todos conocemos de esa década tan prodigiosa.
Hoy quería recordar un verdadero diamante en bruto de los irlandeses The Cranberries: Everybody else is doing it, so why can’t we? Algo así como “Todo el mundo lo está haciendo, ¿por qué no podemos hacerlo nosotros?” Y lo hicieron, vaya si lo hicieron.. Su primer álbum de estudio con un título casi interminable, y que quizás no será el más recordado, vendió más de 8 millones de copias, consiguiendo su mayor éxito en los Estados Unidos, donde alcanzó el disco de platino en cinco ocasiones. Todas las letras son de Dolores O’Riordan, su carismática vocalista a la que siempre recordaremos rubia; a pesar de que en este disco aún lucía su moreno natural. Musicalmente, el disco fusiona el pop-rock tradicional inglés de finales de los 80, con el folk y los ambientes más místicos irlandeses. Líricamente, sus letras expresan un punto de vista naive, con tendencias al idealismo, al mundo de los sueños y la esperanza. Algo de lo que precisamente adolecemos muchos en estos tiempos.
Y después de estos datos un poco “técnicos” aunque necesarios para situar a algún posible “lector despistado”, querría volver al principio: cómo las canciones marcan momentos y quedan grabadas a fuego en nuestro ser, cuerpo y alma. Recuerdo que una chica me dejó el CD – sí, siempre hay una chica- porque habíamos estado escuchando juntos una canción que se había apoderado de nosotros, como suelen hacerlo ESAS canciones… Lo escuché una y otra vez en casa; entonces no había el “modo bucle” de ahora, o sí.. quizás algunas minicadenas sí; la mía no. Y supongo que así surgió el primer binomio amoroso “chica-canción”, si me permitís el invento.
El disco empieza con “I still do”, de un modo pausado e introductorio; como marcando lo que está por venir. Y nos sitúa justo enfrente de los primeros acordes de “Dreams”, todo un himno generacional diría yo a estas alturas. Un canto a la visión prometedora del futuro más próximo, que a la par que la batería de la canción, nos golpea el ánimo como si de un desfibrilador se tratara. La que probablemente sea una de las canciones bandera de los irlandeses (¡y mi chica-canción!) termina con unos cantos al aire para devolvernos a la calma de “Sunday”, que después de apenas un minuto de canción con tintes aterciopelados, nos hace mover los hombros de nuevo siguiendo un cambio de ritmo para corear aquello de “you mistify me, you mistify me”.
Con las tres canciones siguientes se abre un paréntesis reflexivo, donde dudar y dejarse llevar puede ser la opción más natural; “Pretty” es una de esas preciosidades latentes del álbum, que merecen ser disfrutadas bajo cierto influjo de melancolía…, ¿por qué no? “Waltzing back” tiene cierto tono reivindicativo y de protesta; y “Not sorry” es sin duda esa canción que todos quisiéramos haber escrito algún día a esa persona que nos hirió en esto del amor, con el resentimiento natural que llevamos de serie – ¡tranquilos, no fue el caso!
Y llega entonces “Linger”, que como quien no quiere la cosa vino para quedarse también, en ese baúl de “canciones de amor” a las que siempre acabamos recurriendo. “Wanted”, que aunque pueda parecer una canción-puente con una duración más bien corta, tiene un comienzo cautivador y un estribillo poderoso. Sin embargo, con “Still can’t” y “I will always” sí entraríamos en una secuencia más apagada melódicamente hablando, par dar paso a “How” que con una entrada de bajo y batería potente nos anuncia que esto se va acabando. Para mi es otra de “las tapadas” del disco, y me resitúa dentro del mismo. El cierre lo pone “Put me down” a modo casi de susurro enojado, pero dejándote siempre con ganas de más.
Después de aquello, decidí escuchar a mi corazón para resolver la duda que en aquel momento me asaltaba un día tras otro; sí, me acabé comprando el CD para no tener que compartirlo…