(Basado en la imagen de portada a cargo de Carlos Riera. Para leer escucha de fondo la nueva de Metronomy, al pie del texto, «Things will be fine)»).
Un capullo me tiró la copa. ¿Qué cómo sé que era un capullo? Pues porque me dio con todo el codo y lejos de disculparse se rio cuando vio que se me caía el vaso al suelo y se giró airoso. Cuando hay algo que puede ir mal siempre hay alguien que te recuerda que las cosas pueden empeorar. Menudo plantón en toda regla. Habíamos quedado en vernos en el mismo garito donde nos habíamos conocido. Íbamos a ir a cenar el viernes por la noche, pero me escribió esa misma tarde que no se acordaba de que tenía otra cena. Yo le mentí diciendo que no importaba, pues yo también había medio quedado con unos compañeros del trabajo. Mentira. “Genial” me dijo y quedamos en tomar una copa a las dos en el garito que nos habíamos conocido la semana antes.
El viernes anterior quedé como cada viernes con los amigos de siempre. Cuando ya me iba la conocí. Muy simpática. Le hizo gracia como bailaba y nos pusimos a hablar. Lo de siempre. Al día siguiente había quedado con unas amigas para ir de excursión y me dijo que se tenía que ir, pero nos dimos los teléfonos. Esa semana estuvimos interactuando y me dijo que le apetecía que fuéramos a cenar juntos el siguiente viernes. Estaba tan ilusionado que cuando me dijo que podíamos vernos después de su cena pues me inventé que también había quedado. La verdad es que estuve haciendo tiempo solo en casa hasta las dos.
Y en ese momento ahí estaba, solo dando vueltas en busca de ella, con la camiseta empapada y recogiendo los trozos de cristal del suelo. Ni si quiera había respondido mis mensajes. Pensaba irme a casa, pero la música era buena y tal vez podía conocer a alguien. Sonaba Metronomy, me gustaba. Siempre me había dicho a mí mismo que alguna vez tenía que probar a salir de marcha solo. Pues ese era el momento. De camino a la barra, por segunda vez en menos de cinco minutos, reparé en la Dj. Era guapísima. La sonreí y ella me devolvió la sonrisa. Estaba seguro. Sí, me iba a quedar. Después de aquel cruce de miradas no se me ocurría nada mejor que hacer en mi casa. Tame Impala, The Smiths, Digitalism. La sesión era perfecta. Me pareció buena idea acercarme a decírselo, pero ella me hizo gesto de no entenderme. Un segurata vino a decirme que no la molestara. Ella sonrió y le indicó mediante muecas que todo estaba bien. Le dije que luego quedábamos gesticulando. Ella sonrió asintiendo y siguió poniendo temas. Después de todo no estaba tan mal la noche.
Por suerte ese local no cerraba tarde. A las cuatro cuando se encendieron las luces estaba sonando “More than this” de Roxy Music, bonita manera de cerrar. Ella se bajó. Pasó a mi lado y tenía que haberlo visto venir. Le dio un abrazo al capullo de antes. Patética forma de acabar la noche. Pero bueno, durante un rato estuvo bien. Cogí un taxi y sin más me piré a casa. Al día siguiente la chica con la que había quedado se dignó a contestar. Al parecer ella no pensaba que habíamos quedado en firme. Qué rabia, o se queda o no se queda. Eso de quedar en firme no lo he entendido nunca. En fin, le propuse quedar pero justamente la noche anterior lo había arreglado con su ex. Shit… al final siempre alguien te recuerda que puede ir a peor.
Buah, qué más daba. El viernes que viene la DJ pinchaba otra vez. El lunes estaba ilusionado a tope. Seguro que el viernes que viene la cosa iría genial…