Fernando Alfaro sorprendía hace algunos meses con una colección de canciones luminosas y brillantes como hacía tiempo, al menos en cuanto a sonido y melodía. A medida que entras en sus canciones y sus letras te entra cierto desazón provocado por el paseo por el desamor, hilo conductor de las canciones: corazón roto, ambulancias, agujetas de dolor, marchas nupciomilitares… Esta colección de canciones que forman «Corazón roto y brillante» (uno de nuestros favoritos de 2020) se completaban con el libro «Pere y María» (editado por Muzikalia) y ahí las letras cobran todo el significado con la historia contada en sus páginas.
Pere y María hubo un día que fueron felices, al menos razonablemente felices «si es que es algo que se pueda razonar» canta Alfaro ya en el primer tema y escribe en el primer capítulo, sin guardarse nada del desenlace. Una historia de amor acabada en tragedia pese a los esfuerzos de ambos. Lo que era una relativamente feliz relación abierta se va consumiendo a medida que se suceden noches de desfases, intentos de rehabilitación con clases de yoga incluidos, sospechas, celos y fatalidad que acaban en dolor. Alfaro se recrea en ese dolor, aunque también hay recuerdos para los buenos momentos.
Una obra conceptual en la que el libro y las canciones pueden funcionar por separado pero que cobran un significado total con la unión de ambos. Servidor tuvo la suerte de presenciar «El pueblo contra Antonio Arias y Fernando Alfaro» en su paso por la sala Es Gremi de Palma, el espectáculo en la que los que son historia de nuestro indie cuentan diversas anécdotas desde sus respectivos inicios con 091 y Lagartija Nick, por parte de Arias, y Surfin’ Bichos y Chucho por parte de Alfaro. En ella cuentan sus inicios, sus pasos por multinacionales, y sus historietas varias en giras acompañados por personajes de todo tipo. Eso hizo que al leer el libro uno tuviera presente la voz del autor a medida que leía sobre las desventuras de Pere, casi imaginando qué podría haber de real y qué de ficción en la historia.
Una novela que se lee del tirón y en la que cada capítulo se titula como cada una de las doce canciones que componen el álbum. Canciones accesibles pero, como siempre en Chucho, muy elaboradas, fácilmente digeribles pero para escuchar repetidamente fijándose en los detalles y con unas letras cuya lectura cambia al conocer la historia de Pere y María… Ahora cada vez que se acerque el drama te vendrá a la cabeza el «Hoamm» que cantan Chucho y entenderás que la tragedia está a la vuelta de la esquina.
No por repetida deja de ser menos certera la reflexión de Nick Hornby en «Alta Fidelidad»: ¿Escuchaba música pop porque estaba deprimido o estaba deprimido porque escuchaba música pop?
