Half Moon Run de gira por España con nuevo disco
La banda canadiense de indie rock se presentó el 6 de marzo en Barcelona con su nuevo álbum A blemish in the great light, en el marco de una gira europea junto con el músico Tim Baker como telonero. Entrevista al baterista y multinstrumentalista de la banda Dylan Phillips que reflexiona sobre el proceso creativo de la banda, su pasión por el piano y nos regala varias perlas sobre este nuevo álbum.
Han pasado 3 años desde el último álbum (Sun leads me on, 2016) y entre ése y el primero (Dark Eyes, 2012) también se han tomado bastante tiempo. ¿Qué condiciones tienen que darse para comenzar el largo y difícil proceso de grabar un disco?
Es duro porque siento que cuanto más intentamos saber cuáles son las mejores con-diciones, más nos damos cuenta de que es necesario que esas condiciones vayan cam-biando. Fue totalmente diferente después del primer álbum porque por entonces estábamos de gira como maníacos. Tan pronto como nos fue posible nos pusimos a escribir e intentamos componer un álbum. Fue algo así como “¡vamos, vamos, vamos!” y darle para adelante. No dejábamos escapar los momentos de inspiración y no queríamos detenernos ni un segundo. Nos llevó varios años lanzar el segundo álbum no porque nos haya llevado varios años componerlo sino porque prácticamente todo ese tiempo estuvimos de gira. En realidad tuvimos muy poco tiempo para com-ponerlo.
Para este tercer álbum, en cambio, sí que nos tomamos varios años en casa. Algunos shows por aquí y por allá pero básicamente tratamos de crear tanto material como pudiéramos y al mismo tiempo reconectarnos con nuestra vida familiar y nuestros amigos. Además esta vez grabamos en Montreal así que tuvimos la posibilidad de pasar mucho más tiempo en casa. Fue algo completamente diferente.
¿Y cómo fue volver a componer juntos después de tanto tiempo de gira?
Tuvimos que volver a aprender a ser una banda. Siempre es un poco extraño volver a componer juntos después de varios años de gira. Fue algo así como “ Ok, ¿cómo era que hacíamos esto?”
A blemish in the great light es una frase del último track, New Truth. ¿Cómo llegó a convertirse en el nombre del disco?
Siempre es difícil para nosotros encontrar un nombre. Nombrar cosas es siempre difícil… En realidad, es algo que sucede al final. Normalmente la música viene pri-mero y las letras después pero esta vez intentamos el proceso inverso. Devon escribo muchas letras antes de que nos metiéramos de lleno en la composición pero el título del álbum fue complicado. Y esta vez nos pusimos a repasar las letras de cada canción buscando lo que realmente encajaría. Ese nombre terminó siendo para nosotros el mejor.
¿Y por qué resultó ser el título elegido?
No sé, es un sentimiento más que nada. Para mí, al menos, está relacionado con una frase de Leonard Cohen que dice “hay una grieta en todo, así es como entra la luz”.
Hay en los otros discos también referencias a la oscuridad y a la luz…
Si, es cierto. La luz siempre encuentra su manera de entrar… Devon sería mejor para describirlo porque es quien escribe las letras pero definitivamente hay una temática en juego ahí.
¿Cómo hicieron la selección de las canciones para este nuevo álbum?
Elegir es siempre una tarea muy difícil. A veces puede ser que tengas una gran canción pero que no encaja bien con el resto de las canciones. Hubo varias de esas que decíamos “No, no puedes dejar esta afuera!” pero que luego cuando intentábamos descifrar cómo incluirla en el disco veíamos que no tenia ningún sentido, que no encajaba.
De todos modos es un buen problema para tener porque ahora contamos con todas esas canciones. Las hicimos, ellas existen, las amamos… ¿Qué vamos a hacer con ellas? Pues nos quitamos presión para el próximo lanzamiento. Ya tenemos mucho material que está prácticamente listo para salir al mundo así que eso es algo muy bueno.
¿Podrías contarnos algo acerca del proceso creativo de este álbum?
Se dio en oleadas. Tenemos la tendencia de componer entre los cuatro pero Devon es el vocalista y frecuentemente viene con las ideas iniciales, algunas letras, algunas líneas vocales, algunos acordes y entonces lo desarrollamos entre los cuatro en la sala.
Tenemos una pizarra blanca a la que llamamos “el cementerio” – Dylan se ríe de pronto como un niño, como si estuviera develando el secreto de un juego infantil- A veces tenemos un montón de pequeñas ideas con las que tratamos de hacer algo y luego mueren casi inmediatamente. Pero viven en el cementerio, donde descansan en paz por siempre hasta que un día, escribiendo una canción de pronto decimos “¿Qué tal si hacemos algo con aquélla idea que murió tiempo atrás?” Y entonces la resucitamos y la probamos. A veces no funciona en absoluto -a Dylan le causa gracia el fracaso de ideas que ya habían condenado a la muerte- pero otras veces conse-guimos unas mezclas perfectas como en Razorblade. Esa canción son multiples ideas, creo que como 4 o 5 ideas que se convirtieron en una canción. Mola cuando pasan esas cosas. No sabes si va a funcionar o no pero asumimos los riesgos, probamos estilos diferentes. Razorblade es un poco más pesada, diferente, sabes… Siempre quise probar con un formato más largo así que fue divertido conseguirlo haciéndolo de esa manera.
Hubo más experimentación…
Sí, teníamos que intentarlo. No puedes convertirte en una banda de esas que encuen-tran algo así como “su sonido” y después acaban haciendo lo mismo una y otra vez por el resto de sus vidas. Teníamos que crecer, aprender y asumir ciertos riesgos probando cosas nuevas.
Cuando escuché el disco nuevo por primera vez me tomó por sorpresa encontrar una hermosa canción instrumental para piano. ¿Cómo surgió la idea de incluir una pieza así y qué fue lo que te inspiró para componerla?
Bueno, el piano es mi primer amor. Es gracioso que haya terminado en una banda tocando la batería porque antes de esta banda prácticamente no tenía experiencia como baterista y sí tenía mucha experiencia como pianista. Siempre añoré volver al piano. Desde que estoy en esta banda aprovecho cada oportunidad que tengo para tocar el piano y en este disco teníamos un piano vertical en la sala de ensayo así que pudimos incluirlo en las canciones. ¡Fue divertido!
Mi forma favorita de hacer música es ponerme a componer en soledad en mi casa, en la sala de estar. Es algo muy bonito que esa canción haya entrado en el álbum.
Dylan se muestra entusiasmado cuando habla de su pasión por el piano, por la música y por sus influencias clásicas. Es, como todo gran músico, mucho más que el miembro de una banda. Los cuatro lo son y así logran imprimir sus singularidades en sus creaciones conjuntas. Quizás sea por ello que supieron conformar una banda de gran nivel.
Antes comentabas que las canciones tenían que encajar en el álbum. ¿En qué tenían que encajar exactamente?
Es una buena pregunta, porque las canciones son tan distintas entre sí de todos modos… No puedo contar mucho sobre las canciones que quedaron afuera pero digamos que el sonido de este álbum de algún modo es diferente a nuestro sonido habitual. Falta un poco de esa sensibilidad folk que es parte de nuestra identidad.
Qué intriga acerca de ese material… Sólo diré que las canciones que faltan en este álbum son definitivamente más folk y creo que vamos a hacer algo muy interesante en el futuro con ellas.
¿Podrías decir que Half Moon Run tiene un sonido particular?
Suponiendo que hay algo así como un sonido distintivo en una banda… ¿qué es ese sonido? Ni nosotros lo sabemos. Tratamos de probar distintas cosas, ser totalmente diferentes. Después de que salió Dark Eyes, que era un rejunte de cosas random pen-samos “¡¿cómo es posible que esto funcione?!” Era difícil identificar que teníamos un sonido en aquel momento pero en retrospectiva es obvio que ya lo teníamos.
Si tuvieras que pensar en la mayor diferencia entre este disco y los dos anteriores, ¿cuál sería?
Yo creo que este disco es más maduro. Cuando escucho el primer álbum puedo percibir que hay una energía joven dentro de nosotros: estábamos jugando, nos divertíamos… Ahora creo que los cuatro estamos en una búsqueda, tratamos de profundizar más y eso a veces se expresa de distintas maneras: en el absurdo de Jelo, en la intensidad de Razorblade, o en la profunda meditación introspectiva de Under currents.
Para este disco el productor fue el legendario Joe Chiccarelli (Frank Zappa, The Strokes, Beck, Morrisey, White Stripes entre muchos otros). ¿Cómo fue trabajar con él?
Él es realmente maravilloso. Siempre es un desafío trabajar con nosotros porque somos 4 personas muy diferentes y tenemos diferentes opiniones por lo que suele ser una batalla tratar de que ponernos de acuerdo. Cuando algo funciona, lo sentimos casi como un milagro del tipo “Oh Dios, no puedo creer que esto está funcionando” porque hemos estado peleando por eso por mucho tiempo. Hemos invertido tantos años en comprender la dinámica entre nosotros cuatro que cuando añades una quinta persona que tiene sus propios modos de pensar, es difícil. Si nosotros realmente creemos en algo, vamos a pelear por eso hasta el último respiro. Así que fue de algún modo una batalla pero creo que valió la pena. Él le dio una impronta a este proyecto que a ninguno de nosotros se nos habría ocurrido.
¿Cuál fue esa impronta?
Nosotros tenemos una tendencia a ser un poco misteriosos y a escondernos bastante. Es como si tuviéramos miedo de exponernos demasiado. Bueno, él quería ex-ponernos más, empujarnos en esa dirección. Recuerdo que una vez nos dijo: “En una escala de 1 a 10, yo quiero llevarlos al 10”. Algo bastante frustrante para él porque sólo llegaríamos al 1.5 o 2, lo cual ya era mucho para nosotros -se ríe encogiéndose de hombros, como si hubiera algo en la esencia de los miembros de la banda que hace que no exploten de popularidad- Lo intentamos con todas nuestras fuerzas y sólo logramos apenas acercarnos a esa meta, pero creo que todos estamos contentos con el resultado.
Para ir terminando… ¿Hay algo sobre este álbum que quisieras contarle a los seguidores de HMR y que todavía nadie te ha preguntado?
Creo que la canción New Truth es la mejor canción que hemos escrito hasta ahora y es paradójicamente de esas canciones que cuando nos preguntan por el disco, la suelen pasar por alto.
¿Qué tiene de especial esa canción para tí?
Una de las cosas que más amo en la música es cuando logra ponerte en esa delgada línea donde no estás seguro si estas del lado de la esperanza o de la desesperación, como en Shubert, por ejemplo. En realidad, es ambas a la vez, es bascular entre am-bos estados. Puede que a veces escuches un acorde o un ligero movimiento en la melodía y es simplemente lo más hermoso que has escuchado en tu vida y no sabes si es una belleza dolorosa o celebratoria. Es un estado que busco mucho en la música, que es muy difícil de lograr y que creo que con New Truth lo conseguimos. Y es tan maravilloso porque el mantra “No hay verdad sino la nueva verdad” comienza con esa voz monocorde donde puedes ver la desesperación, realmente, como si dijéramos “somos todos robots, no hay esperanza”. Luego transiciona hacia unas voces robóticas que lo cantan y finalmente un coro de niños entra y eso fue un riesgo muy grande, porque siempre quisimos tener un coro de niños en el disco pero no sabíamos cómo hacerlo ni sabíamos si iba a funcionar o no.
¿Cómo lograron introducir ese hermoso coro de niños?
Yo escribí las partes para eso y contacté a una amiga que dirige un coro para niños para grabarlo. Fue difícil pero ella hizo un gran trabajo y el resultado fue increíble. Creo que sólo los niños podían conseguir ese tono esperanzador porque al fin y al cabo, son ellos los que van a vivir el futuro. Terminar el disco con ese tema, con ese cambio sutil en el color fue mágico para mí.