Ederlezi Rising (Lazar Bodroza, 2018)
La intención de Bodroza es buena. La técnica del film es impecable. Pero el conflicto moral es, una vez más, desde el punto vista del machito heteropatricarcal. El protagonista (Milutin) se embarca en una misión en la cual «debe de ir acompañado por una mujer», como parte del reto. Como si la compañía femenina distrajera. Lo que sí está bien definido es el hecho de que la obsesión por el ser amado, el sexo y el miedo a la repetición de experiencias pasadas acaba boicoteando a la mente humana. Independientemente de que se desarrolle en un «entorno seguro» o no.
Lo mejor: la fotografía y los escenarios.
Lo peor: una historia que hemos visto muchas veces. Un film presuntamente feminista que se queda en el mero intento.
Lords of Chaos (Jonas Akerlund, 2018)
Según Akerlund, y como declaró en una entrevista recientemente, «los puretas se le iban a echar encima por contratar a actores americanos para el film» y que «por desgracia, no hay actores noruegos tan buenos como éste (señalando a Rory Culkin, quien interpreta un brillante Euronymous).
El film es una orgía para los amantes del black metal, no redonda, pero suficiente para satisfacer a los fans (y a los curiosos). Altamente recomendable, tanto si eres un fan de Mayhem, Burzum y del «verdadero black metal noruego» (mi banda favorita en esa escena siempre ha sido Emperor). Aunque no esperes escuchar Mayhem en el filme, ya que Varg Vikernes denegó la cesión de derechos de su música para la realización del film.
Altamente recomendable, de lo mejorcito visto en esta edición del festival de Sitges.
Ghosthunter (Ben Lawrence, 2018)
Jason es un guardia de seguridad en la constante búsqueda de espíritus, literal y metafóricamente. Lo magistral de este documental es que lo que comienza como la historia de un cazador de espíritus acaba siendo una búsqueda de los fantasmas de su pasado con el objetivo de redimir su alma atormentada. Un film bien rodado, con magistrales interpretaciones y un ejemplo de que, una vez más, la realidad supera a la ficción.
The wind (Emma Tammi, 2018)
Lizzy, una inmigrante alemana quien vive en un paraje solitario del lejano Oeste allá por 1800, protagoniza la esencia del terror femenino encuadrado en un escenario eminentemente masculino. Un film que resulta ser un intento fallido de homenaje a Babadook en el lejano Oeste.
Lo mejor: la interpretación de Caitlin Gerard (cuando murmura sus rezos en alemán como poseída por un ser demoníaco es realmente inquietante).
Lo peor: el terror es casi inexistente.