«Now I need someone to kiss me and stop me from shaking» (Peter Bradshaw, The Guardian
MANDY, (Panos Cosmatos, 2018):
Peter Bradshaw me quitó la frase de la boca. Eso mismo sentí yo cuando vi los créditos finales en pantalla.
Una surreal y trepidante historia de venganza, fuego, amor y heavy metal. Un descenso al infierno protagonizado por un Nicolas Cage que parece haber nacido para ese papel. Parece que, lejos de actuar, es una metáfora de su propia vida.
Un film altamente recomendable, aunque para disfrutarlo 100% uno necesita ir abierto a todo. Abierto, sin prejuicios ni contexto. Solamente de esa manera se pueden disfrutar escenas como la de la botella de vodka dentro del baño, donde Cage se retuerce entre el dolor mental y físico. El vodka parece el bálsamo que curará sus heridas internas (y externas, las cuales pasan a un segundo plano).
La banda sonora es de Jóhhann Jóhannsson, quien nos deja un trabajo póstumo el cual le costó salud, sudor y lágrimas. Cosmatos en una comparecencia de prensa, aseveró que «Jòhann va más allá de lo que los productores esperaban, incluso llegaron a temer por los límites de su salud mental al hacer la música de la película. Sus palabras y sus acciones lo hacen más que sólo un gran colaborador, también lo hicieron un hermano para todos los que trabajaron con él”.
Mandy tiene ese sabor surrealista y bizarro que hacen de ella un género en sí misma. Como Nicolas Cage es un personaje en sí mismo.
Ciertas sinergias funcionan a la perfección.
UNDER THE SILVER LAKE (David Robert Mitchell, 2018): Una canción pop neo-noir.
Under the Silver Lake es el siguiente (y trabajo más personal) del director de It Follows (2014). Una fábula postmoderna contada de una manera al más estilo Nuevo Hollywood. Una trama principal que puede ser secundaria (y viceversa). Sam (Andrew Garfield), intenta superar una ruptura de la mejor manera que sabe. Ésto le sumergirá en una experiencia que le llevarán a enamorarse de la mujer fría e inalcanzable (al más puro estilo hitchcockiano-podemos ver la clara referencia a Vértigo en su obsesión con esta mujer que representa el amor inalcanzable, el sufrimiento, la pulsión sexual no consumada) y a descifrar un enigma detrás de otro que parece no llevarle a ninguna parte (con referencias claramente a La ventana Indiscreta).
Lo mejor de todo: da absolutamente igual.
Una metáfora de la sociedad en la que vivimos. Una saturación información y constante entretenimiento que nos lleva a olvidarnos de las amenazas reales (en el caso de Sam, que está totalmente arruinado y le van a desahuciar- en el caso de la sociedad, que líderes demoníacos como Trump o Bolsonaro puedan- y ganen- las elecciones). Ya lo profetizó Neil Postman en «Amusing ourselves to death», un título que sigue en boga.
Un film que no es fácil. Pero que es un viaje al más puro estilo aventura gráfica. Aventura gráfica surrealista, al más puro estilo «Día del tentáculo».
Su banda sonora, desde Nirvana hasta REM pasando por «Turning Teeth», de Jesus and the brides of Dracula (el grupo en la ficción), conforman un film neo-noir construido desde el más puro horror vacui de la cultura pop.