Seguramente alguien dijo alguna vez, en algún momento -y sino aquí estoy yo para escribirlo-, que las grandes historias nacen de lo espontáneo y lo natural. La de los catalanes María Arnal y Marcel Bagés se cruza hace unos tres años, cuando ella decide tomar clases de canto, subirse a un escenario y enfrentarse al público despojándose de cualquier complejo; es entonces cuando le presentan a un joven guitarrista apasionado del jazz con querencia a la improvisación.
La unión de ambas fuerzas resulta en un batido emocional que mezcla tradición y vanguardia, sin mayores pretensiones que, como ellos mismos dicen, querer contar lo que sucede en nuestros días desde el pensamiento crítico. No en vano, son hijos del legado del movimiento 15-M que ahora tratan de trasladar con su propuesta musical, reivindicando precisamente una cultura libre, en la calle, y de la gente.
El dúo, después de deslumbrar en 2016 con cinco temas pertenecientes al EP Verbena, y con toda la crítica especializada expectante, publican un año después el aclamado largo 45 Cerebros y 1 Corazón. Un trabajo barnizado de humanidad y sensibilidad, articulado en torno a la damnificada memoria histórica de este país, que homenajea a los caídos del bando perdedor en la Guerra Civil, pero también a quienes lo hicieron como consecuencia de la demoledora crisis político-social acontecida durante los últimos años. Pero siempre inoculando un mensaje de empoderamiento; como bien repite una y otra vez la letra de la adaptación del poema de Joan Brossa en “La Gent”, en la que voz y guitarra confluyen en una energía tan poderosa que logran que el público acabe creyéndoselo. El disco cuenta además con varias perlas, como la deliciosa y popera “Canción Total”, y la que se consideró una de las mejores canciones de 2017, “Tú que vienes a rondarme”.
Pero sin duda el disco cobra un valor extraordinario cuando lo ves plasmado sobre el escenario; dos sillas, un micro, dos guitarras y montón de pedales. Esto mismo sucedió el pasado 22 de septiembre en el Teatro Principal de Palma, donde abrieron con el tema que da título al álbum, y su pertinente explicación (podéis leerla en este mismo suplemento, en la entrevista que hicimos a María). Y así se alternaron canciones y discursos, experimentación y tradición; hasta que después de un par de bises, cerraron con la delicada “Miris on Miris”.
Si les preguntas por sus influencias te mencionarán, entre otras, a la británica Kate Tempest, y con ella comparten desde luego la intención de agitar conciencias y sentimientos. Pero para ser justos, y en mi humilde opinión, creo que representan un digno relevo de aquel proyecto sublime que fue el Granada de Silvia Pérez Cruz y Raül Fernández (Refree), aportando una vuelta de tuerca a la canción protesta de nuestros padres.
Un disco, en definitiva, destinado a quedarse en nuestra memoria, y sino…, al tiempo.