En ocasiones los discos le eligen a uno. La casualidad quiso hace unos cuantos meses que ese gran (para algunos no tanto) invento de este nuevo siglo que es Spotify me hiciera escuchar de un modo totalmente random un tema de Abisme, Cavall, Hivern, Primavera I Tornar, el cuarto disco (sin contar otras composiciones como bandas sonoras, y colaboraciones) de Pau Vallvé; un músico, compositor y productor que ha llevado a la máxima exponencia aquello del do it yourself llegando a la auto-edición y distribución de sus dos últimos trabajos. Entre otras cosas, el artista catalán ha colaborado y producido a María Coma, ha creado (y destruido) su propio sello (Amniòtic Records), y tocado varios instrumentos como músico de estudio para bandas tan consagradas como Standstill. No en vano, la revista especializada MondoSonoro escogió en 2012 su disco De Bosc como mejor disco del año.
Volviendo al principio, después de escuchar varias veces y ver el (gracioso) videoclip de uno de los singles, no pude más que apresurarme a escuchar otras canciones y en apenas unos días tenía el doble disco en la colección de mi casa. Una intro instrumental (“Pareidolia”) de minuto y medio nos introduce en un paseo pictórico en el que cada canción podría ser perfectamente un cuadro alegórico: un estado anímico de hastío (“Avui l’únic que vull”); la fortaleza del que se sabe preparado para ese invierno metafórico (“Que vingui l’hivern”); un lugar ideal lleno de bondad sólo posible en un sueño extraño (“En un somni estrany”); el canto vitalista de “El millor de marxar és tornar”; la enrevesada paradoja que supone muchas veces la vida (“Valor de ser covard”); la llegada de la madurez emocional (“Antiherois”). Y así hasta completar 22 temas que destacan sobre todo por unos arreglos y una producción preciosistas en los que el propio Vallvé toca casi todos los instrumentos. Incluso se permite usar la boca en más de una canción simulando un trombón, aportando así un punto de frescura.
Abisme, Cavall, Hivern, Primavera I Tornar podría parecer excesivo en su duración, pero cuando lo escuchas al completo se comprende que cada canción es una estación vital en la que hay que parar necesariamente, sumergiéndote en un intimismo generado a través de esa voz nublada y medio arrastrada, acompañada de espléndidas melodías.
La escena catalana tiene en Pau Vallvé un artista más que consolidado que desborda talento lírico y musical al que tendremos la suerte de poder ver en Mallorca el próximo 27 de octubre en el Teatre Mar i Terra, con banda incluida.