Recuerdo perfectamente la primera vez que escuché a Björk. Tenía 14 años y veraneaba con mi hermano y mis primos. Aunque la mayor parte del tiempo lo pasábamos en la playa, cuando estábamos en casa siempre estaba puesta la MTV. Recuerdo que a menudo ponían el “Killer / Papa Was A Rolling Stone” de George Michael, que me encantaba; mis primos eran más del “River of Dreams” de Billy Joel; sí, esa que dice “In the middle of the night”, ¡muy cansina!, o el “(I Can’t Help) Falling in Love With You” de UB40. Perdonad el rollo pero necesitaba contextualizar todo esto, y es que entre tanta normalidad de pronto se colaba algo que me sonaba totalmente nuevo. Una extraña percusión, una voz excéntrica entonando melodías realmente complicadas (y algún que otro grito). Recuerdo el vídeo de aquella canción perfectamente, el del oso de peluche caminando por el bosque y una niña (que no era tan niña, Björk) que a mi me parecía guapísima. ¡Y qué pesados mis primos!; era aparecer el oso y oír “¡quita eso por dios!”, momento en el que era importantísimo agarrar fuerte el mando para que nadie osara a cambiar de canal. Tal vez ellos no estaban acostumbrados a escuchar algo así… yo tampoco. Me parecía una locura de canción, casi mágica, casi diabólica y Björk me tenía ya, y para siempre, hipnotizado.
La siguiente canción que escuché de Björk fue “Venus As A Boy”, un nuevo ejemplo de originalidad por sus sonidos percusivos y cadencia, aunque más digerible para los que no soportaron “Human Behaviour”. Después llegó “Big Time Sensuality”, su canción más comercial y que sin duda pondría a mi favor a todos los que habían echado pestes de ella. Canción muy bailable con un sonido muy identificable con los 90 pero sin que haya pasado de moda, algo difícil con la música de baile de aquella época en el que abundaban los 2 Unlimited de turno.
Volvamos al disco. Compré el CD, lo conservo, lo quiero, lo venero. Recuerdo haberlo disfrutado (y seguir disfrutándolo) como pocos. En él Björk, junto con la producción de Nellee Hooper, mezclan música electrónica con la sencillez de instrumentos clásicos y la increíble voz de la islandesa, todo ello conformando un universo musical insólito e innovador.
Debut aún alberga más perlas, como la siempre pinchable “There’s More To Life Than This”, en la que Björk parece contarnos un cuento mientras la música nos invita a bailar. Es un álbum redondo con canciones fantásticas como “Crying”, “One Day”, “Come To Me” o “Aeroplane”, ¿cuántas veces habré subido el volumen al máximo, justo cuando la canción está en su “fade out”, para escuchar los últimos 13 segundos de “Aeroplane”?
El tiempo confirmó que estábamos ante una artista de grandísimo nivel como se presumía tras Debut, un disco que forma ya parte de la historia de la música.