Anders Trentemøller ya no es aquel músico que apareció en escena en los principios del 2000 en donde focalizaba su sonido a la pista de baile. Estuvo los primeros cinco años editando música para los principales sellos discográficos del house como Audiomatique o Poker Flat. Su perspectiva creativa se define en el año 2006, donde presenta su primer álbum llamado The Last Resort (Poker Flat Recordings, 2006). En este trabajo ya es el inicio de un Anders más ecléctico, más profundo y más abstracto.
Después de esta pequeña introducción de cómo empezó Trentemøller, nos concierne centrarnos en su último trabajo denominado Fixion (In My Room, 2016).
Al escuchar sus doce composiciones, nos percatamos que no sólo se ha curtido de la electrónica de club o de la más experimental. Ha demostrado sus influencias del género new wave, sobre todo en sus armonías y en su base rítmica, pero también interviene en este disco la esencia personal de Trentemøller.
Destaco del disco One Eye Open: esta sublime composición que abre el disco es tan fascinante que al escuchar la voz de Marie Fisker te hace divagar al infinito. Sin duda alguna, conviene remarcar las canciones Never Fade, Complicated, November y Redefine ya que estas son las más significativas y aparentes al sonido de la new wave o post punk, si no fuera por los matices electrónicos y por las voces femeninas nos confundiríamos posiblemente con los archiconocidos Joy Division.
Cómo no, no podía olvidarme de Circuits que es una creación perfectamente bien ejecutada con el ritmo frenético y su melodía prominente; es una evidente reminiscencia a los ochenta.
En definitiva, Anders continua siendo uno de los compositores más intrépidos y con más ingenio de la escena electrónica. Y con su cuarto trabajo de estudio demuestra cuales son sus intenciones.