Hace cosa de un par de meses la edición de Cataluña y Baleares de Mondosonoro me proponía escribir un artículo sobre el paso de Xoel López por la isla. Imposible negarse ante semejante oferta que combina dos de las ocupaciones que más sentido pueden dar a la vida: la música y la escritura. Sin embargo no esconderé mi respeto ante esta tarea, pues ya sabemos un poco cómo va esto de ‘la crítica musical’. Es entonces cuando surge la inevitable pregunta de cómo hacer frente a ese folio en blanco -ahora convertido en pantalla Retina – donde uno al fin y al cabo no va a hacer más que de testigo, en este caso de excepción. Pero creo que sólo podría hacerlo desde una óptica personal, tanto al escribir como autor y entrevistador, como para hacerlo sobre el propio artista y entrevistado.
La gente de Redbellion, siempre desde el cariño y la pasión por música y público indistintamente, decidieron dar un paso al frente el pasado 24 de julio organizando un evento inaugural con un cartel de lo más atractivo, con el coruñés como epicentro ofreciendo un bolo acústico; y un DJ set de lujo encabezado por Axel Pi (Sidonie) y el DJ local MNDZ. Ni que decir tiene que el resultado fue redondo.
Sin embargo para mí todo empezaba un par de días antes, el miércoles, sobre las ocho de una calurosa tarde, cuando me disponía a marcar ese teléfono misterioso que me habían facilitado por correo electrónico; sí, al otro lado estaría Xoel con una naturalidad de agradecer. A su vez, para él, la aventura insular empezaría al día siguiente de la entrevista, embarcado a bordo de uno de los barcos de Baleària que hacen el trayecto Barcelona-Palma, donde ofrecería una actuación nocturna en un marco singular junto a su banda dentro del evento Fun&Music que la compañía naviera está ofreciendo durante todo el verano.. Me comenta que es su primera experiencia tocando en una embarcación de grandes dimensiones, pero que ya había tenido ocasión de hacerlo en alta mar; y aprovecho para preguntarle dónde se siente más cómodo, si en actuaciones en acústico, o arropado por su equipo de músicos formado, entre otros, por grandes como Charlie Bautista (Christina Rosenvinge, Russian Red o Tulsa) a los teclados, Miguel Rivera (ex-Maga, ahora Delacruz) a la guitarra, Iván González “Chapo” (Deluxe, Amaral o MClan) al bajo o Andrés Litwing (Depedro) a la batería. Pero con un aparente talante conciliador, Xoel destaca la complementariedad y necesidad de ambos tipos de performance; aunque haya días que quizás un formato le tire más que otro.
El título de este segundo álbum, Paramales (Esmerarte, 2015) surge de la idea de buscar un remedio contra los males a partir de una palabra que no existe; intentando reflejar muchos estados de ánimo, con sus múltiples caras y aristas. Si nos detenemos en el sonido, es inevitable observar una evolución más aperturista respecto de Atlántico (Esmerarte, 2012), sin que eso sea ni malo ni bueno; un primer disco que para quienes hayan estado en contacto con el folklor sudamericano, y concretamente con el argentino, les resultará tremendamente familiar. Le pregunto sobre el tema y convenimos en que el nuevo disco revisita ese folclore acercándolo más al terreno del pop tal y como lo entendemos hoy. Sin embargo, son dos conceptos que por definición estarían totalmente hermanados, algo en lo que quizás no se suele reparar.
Es entonces cuando miro por primera vez el reloj, y me doy cuenta de que ya han pasado unos diez minutos, sabiendo que la entrevista debe tener una duración aproximada de 15-20. Pero Xoel se muestra como un tipo afable y agradable, de fácil conversación. No parece que, a pesar de toda la promoción que pueda llevar a sus espaldas, le cueste articular su discurso con un tono muy coloquial. Lástima que fuera virtual, porque estoy seguro de que en otras circunstancias habría algunas cañas de por medio.
Seguimos con esa comparativa Atlántico vs. Paramales, y comentamos ese punto de electricidad en este segundo disco, protagonizado sobre todo por las guitarras y los sintes, que lo acerca más a sus orígenes en Deluxe, pero siempre con elementos muy característicos del folclore del que hablábamos, como por ejemplo el uso deliberado de esos hermosos coros en muchas de las canciones. Y aprovecho ahí para introducir la cuestión de la fusión de estilos y escenas, pues como oyente creo que cada vez más escuchamos sonidos fusionados diferentes en su origen. Me llama la atención que Xoel se muestra receloso, y confirma que existen aún muchos prejuicios desgraciadamente, ya que a los músicos les sigue costando arriesgar, en pro de una fórmula más o menos cómoda que les mantenga encima de un escenario el máximo tiempo posible. Por el contrario, él asegura que en este disco ha mostrado su lado más atrevido.
En general, revisar la obra de un artista es de algún modo adentrarnos en su mundo, ya sea en singular o en plural; y en el caso de Xoel López, sus letras dejan ver a un tío sobre todo conectado a la vida, a las emociones. Creo que hay mucha lírica en su música y obviamente en sus letras, y me atrevo a preguntarle si se considera escritor de canciones, poeta o un poco de todo. Muchas veces la palabra poesía siempre suele pronunciarse con la boca pequeña porque tendemos a pensar en sonetos de Espronceda o Bécquer, así que Xoel se aleja un poco de ello, y se declara un contador de historias que usa la canción como herramienta principal de expresión. Sin embargo el gallego ya ha chapoteado en estas aguas y ha publicado su libro El Asaltante de Estaciones; una recopilación fantástica de apuntes, canciones, fragmentos olvidados y reflexiones donde el artista, de un modo llano, pone negro sobre blanco todo lo que le sucede y cómo lo vive, con un ánimo sobre todo terapéutico. En ese momento me viene a la cabeza la canción Todo lo que merezcas y sus aires de “canción justiciera”. Precisamente Xoel confiesa que es justo una de las composiciones donde se permite ese tono de enojo, puede que impropio de una persona como él por otro lado, que al final brota de una total espontaneidad sanadora. Aún así tuvo dudas acerca de su inclusión en el repertorio, pero gracias a su productor hoy la podemos escuchar como una más.
Vaya, ahora sí, son casi las ocho y media y he superado el tiempo disponible con creces; tengo que ir cerrando la conversación, no sin antes preguntarle por lo que está escuchando en este momento, a modo de recomendación musical; no me sorprende que me cuente que está prestando atención a músicas de otros países y otras culturas como la africana; pero dentro de un plano menos experimental, menciona a Lisandro Aristimuño y a Silvia Pérez Cruz, que toca junto a (cito textual) “ese chico con gafas”, aludiendo al músico, compositor y productor Raül Fernández, también conocido como Refree.
Ya el viernes, con el retraso de rigor, a eso de las once y media de la noche, y ya desde la lejanía del espectador, pude constatar en el Gran Maraca Club de Palma que Xoel tiene la misma fuerza en directo tanto en acústico como con banda. Tuve la oportunidad de verlo en el Low Festival 2014 en un emocionante concierto vespertino en Benidorm, pero no podría decir que el de Palma fuera menos. Al contrario, en acústico Xoel es capaz de mantener un equilibrio perfecto entre sensibilidad y excitación.
Sale al terreno de juego y abre, como en el álbum, con “Patagonia”. En el escenario un teclado Roland y un micrófono con doble salida de audio, una de ellas distorsionada para hacerse sus propios coros; un pedal electrónico haciendo las veces de percusión con su pie derecho, y unos cascabeles ajustados al zapato en su pie izquierdo. “Buenos Aires” suena en quinto lugar y para entonces ya somos todos defensores acérrimos de Las Malvinas. La guitarra española y la acústica se alternarán con criterio a lo largo del setlist. Nuestro hombre-orquesta pronto querrá dejar claro de una vez por todas, tanto a audiencia como crítica especializada, que no sólo no reniega de su pasado como Deluxe sino que además lo reivindica. Y es que entre las seis primeras canciones suenan temas como “Historia Universal” o “Reconstrucción”. El concierto viene amenizado por pequeños monólogos donde Xoel demuestra que su conexión con el público va más allá de sus canciones; y con “Almas del Norte” nos recuerda su etapa más Mod y su gusto por el Northern Soul. Pero el momento más hilarante, a la par que entrañable, llega con “Postal de Nueva York”, cuando nuestro invitado olvida parte de la letra de su canción y un compañero acude a socorrerle con un móvil mientras Internet hace el resto. Por supuesto el público le abrazó con un sonoro aplauso mientras él, sonriente, recuperaba los compases. Habría tiempo para reivindicar la tierra con “A Serea e o Mariñeiro”, y doy fe de que la colonia gallega en la isla se hizo notar. La noche ya rodaba sola y poco importaba que se intercambiaran tanto canciones como etapas vitales. Y así fue de hecho, ya que sus últimas canciones las dedicó al pasado -sonó la mítica “Colillas en el Suelo”-, cerrando con una preciosidad como “Tierra”. Pero como mandan los cánones, no hay concierto bueno sin bises, previo reclamo del público al (original) grito de guerra de… “otra, otra, otra…” Y es ahí cuando, camiseta mudada por el efecto sauna en el ambiente, Xoel vuelve a aparecer agradecido y entregado, haciendo dos temas más -”El Amor Valiente” (etapa Deluxe) y “De Piedras y Arena Mojada” (álbum Atlántico)- cerrando por todo lo alto su actuación con un final de canción trepidante.
Curiosamente, en ese momento, desde primera fila del escenario, no me sentía tan lejos del artista como podría pasar en cualquier otro concierto. Obviamente mis veinticinco minutos de gloria al teléfono tenían mucho que ver. Sin embargo muchas veces se separa el binomio artista-persona, a sabiendas de que detrás del artista siempre hay una persona; pero en este caso la distancia entre ambos es apenas imperceptible, y eso siempre será un ejemplo a seguir.
ENTREVISTA EN EXCLUSIVA PARA NOTODOESINDIE: