Sufjan Stevens ha flirteado a lo largo de su historia musical con diversos estilos musicales (folk, electrónica…).Pero en este último álbum vemos un renacimiento de un folk al más puro genuino espíritu americano.
Su universo es comúnmente asociado con los indios, los vaqueros, John Ford, John Wayne, Clint Eastwood, los horizontes lejanos que no llevan a ninguna parte más que al desierto y a la magnitud de los infinitos paisajes del lejano Oeste.
Sin embargo, podemos encontrar un espíritu americano que es, valga la redundancia, más espiritual y esencial que éste (sin menospreciar un género lleno de joyas como el Western), y es el Folk surgido en los años 50 y 60 con The Weavers y después evolucionado al folk-rock de Bob Dylan, Joan Baez (la cual veremos de gira en este presente año, por cierto), The Byrds, Love, Simon & Garfunkel, Cat Stevens… Todos ellos hablan de alma, de vida, de desazón, de esperanza, desde la «limpieza», la falta de artificio, la naturalidad, en resumen, la esencia.
Letras, armonías e instrumentación que apelan constantemente a lo simple. A lo directo, a lo natural, a lo que, tanto creyentes como agnósticos, definimos como alma. Un ejemplo de este manifiesto del elogio de lo «desnudo» es este fragmento de Sound of Silence, de Art Simon & Paul Garfunkel:
«And in the naked light I saw
Ten thousand people, maybe more.
People talking without speaking,
People hearing without listening,
People writing songs that voices never share
And no one dared
Disturb the sound of silence»
Cuando las palabras sobran. Esos momentos en los que la charlatanería se convierte en el mayor enemigo. Y de ahí que nos topemos con un Sufjan Stevens, que, con su «Carrie & Lowell» nos hace elevarnos a la esencia máxima de lo que denominamos espiritualidad. Su vuelta a los orígenes de la música folk y a las letras sencillas, directas, casi elevadas a la categoría de oración, aún se vive de manera más intensa cuando descubres la realidad de un álbum casi dedicado en pleno a la figura de una madre muerta. Lo que supone, el dolor, la pérdida, la aceptación:
«I forgive you, mother, I can hear you,
And I long to be near you
But every road leads to an end
Yes, every road leads to an end»
Death with Dignity
Una aceptación de que, a pesar de la vorágine que a los mortales nos supone el descubrimiento e intento vano de llenar los «vacíos» existenciales de nuestra vida (éxito, lujuria, deseo, excesos, prisa, ansiedad), lo que nos lleva a la paz son nuestros orígenes, nuestra sustancia. Y es por ello que este último disco de Stevens es tan esencial como la propia existencia.
Esperemos que disfrutéis de este álbum tanto como nosotros. Buscad un hueco de armonía y quietud en vuestro rincón favorito y dadle al play. No defraudará.
[…] crítica le ha gustado el trabajo de Sufjan Stevens. No somos muy dados a escribir sobre actualidad pero a este álbum no pudimos resistirnos y, nuestra colaboradora Emma Galán, lo resumía muy bien: “(…) de ahí que nos topemos […]