Inmersos en la vorágine vital desayunamos con las primeras desgracias,
almorzamos con personas ajenas discutiendo sobre el próximo business;
cenamos apresurados en nuestra mesa de cuatro, a mantel puesto,
rogando a los espíritus que nada más se interponga entre la noche y el día.
Infoxicados nadamos en un denso mar de desconocimiento, queriendo saber.
Buscamos vida extraterrestre y nos olvidamos de vivir la nuestra,
mientras envidiamos aquéllas de quienes viven en balde en un vacío de color rosa.
Y seguimos todos esos pasos presumibles…
Pero todavía quedan resquicios de optimismo;
pequeñas gotas dulces en un universo amargo
que nos dan la paz necesaria para encararle a la vida,
y decirle que esta vez sí…, que esta vez te estremecerás.
Será un propósito de año nuevo, la asignatura pendiente…,
aprender a vivir despacio y saborear los detalles de un paseo inaudito,
como si fuera el último.
Leer el libro que se quedó descolocado en la estantería.
Ir de excursión en un día lluvioso.
Retomar una conversación pendiente.
Volver a escuchar aquella canción en vinilo…
Un segundo, dos… y todo quietud. Disfruto…
Suena la chica que canta al río salvaje y al dragón rojo…
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