Cultura musical para indios y salmones

EL GOYA DE JULIO DE LA ROSA

en ENTREVISTAS por

 

julio de la rosa goya 2015

 

Julio de la Rosa (Jérez de la Frontera (Cádiz), 1972) es un músico polifacético y de largo recorrido. Un músico de nivel. Tras su Goya, como mejor banda sonora por ‘La Isla Mínima’, recupero una conversación que tuve con él a raíz de un reportaje sobre músicos en otros ámbitos, publicado en la extinta revista Calle 20.

 

No pude ver la ceremonia de los Goya por motivos laborales, pinchaba esa noche. Pero la verdad es que me alegré mucho al conocer que Julio de la Rosa había ganado el Goya a la mejor banda sonora. Por el proyecto tan valiente de Alberto Rodríguez que es ‘La Isla Mínima’ y porque la banda sonora se adapta y se acopla al ritmo del excelente thriller: a la tensión, a la sensación de estar perdidos en el fango, entre las marismas, en un mundo casi atrapado por las miserias humanas, las trampas y trasuntos oscuros y por los límites geográficos.

Julio de la Rosa es ante todo músico (El Hombre Burbuja, Fantasma #3 y en solitario), pero su mirada va más allá, se ha rodado sus propios videoclips (que han recibido premios, no en vano estudió comunicación audiovisual), escritor (en 2013 publicó su tercera novela en Tropo ‘Peaje’ su primera novela, y ha escrito un poemario junto a Adriana Schlittler). Su último disco ‘Pequeños Trastornos Sin Importancia’ (Ernie, 2013), otra joya del jerezano, retrata a la perfección las relaciones de pareja: el caos, las trampas, los juegos sucios, los sabotajes, las maldiciones, los celos y por fin, el amor saludable. Recupero la interesante charla que tuve con él en 2013 y que apareció en un reportaje sobre músicos en otros ámbitos, titulado “Un plan B para vivir de la música” en la extinta revista calle 20. Y aprendemos la curiosidad de cambiar de registro, la necesidad de arriesgarse, de buscar y experimentar.

También en mi blog podéis leer la entrevista completa a Julio de la Rosa que publiqué en El Duende de Madrid con motivo de la edición del disco ‘Pequeños Trastornos…’ y del libro ‘Peaje’.

 

 

¿Qué fue lo primero que hiciste fuera de la música?

Julio de la Rosa (J. d l R): Lo primero que hice fue la banda sonora de la película ‘Siete Vírgenes’ porque yo vivía en Sevilla por entonces y por amistades conocía a Alberto Rodríguez, el director, él conocía mis discos y me lo propuso.

Ya había hecho la música de un par de cortos de amigos de facultad pero Alberto ni los había visto. Nos conocíamos en persona, nos entendíamos hablando. Y un día entre cervezas me propuso poner la música.

 

¿Es complicado adaptarte a un guión cuando juegas con imágenes y con una historia que te condiciona un poco?

J. d l R: Este tipo de limitaciones en realidad lo que hacen es darte alas en lugar de limitarte porque cuando tienes vallas o limitaciones tienes que exprimir la creatividad de algún modo y a mí me gusta porque el trabajo sucio ya lo ha hecho otro. Cuando haces tus propios discos eres tú el que tienes que exhibirte, eres tú el que tienes que buscar algo tuyo, una historia tuya. En este caso es otra persona la que ha decidido contar la historia y claro te tienes que amoldar a esa historia pero tienes que dar un punto de vista sobre esa historia también, que es lo divertido del asunto. Y ese punto de vista tuyo puede convertir la película en otra cosa, que no es lo que nadie quisiera por ejemplo. Entonces es un juego interesante entre tu punto de vista y el punto de vista de la narración.

 

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Y ¿Cómo ha sido la evolución de Julio de la Rosa dentro del mundo del cine? Porque has tenido otras colaboraciones ¿no?

J d l R: Nueve pelis hasta ahora. En cada película intento hacer una música única que se pegue como un guante a la película. Intento que sea una música que no se haya oído jamás, dentro de mis propias limitaciones también, pero siempre que sea una música… No soy de los músicos que hacen siempre la misma banda sonora, sino que cambio instrumentos, cambio maneras, cambio enfoques, cambio todo, para hacer una música para que el espectador la recuerde como la música de esa película y tenga un algo tan particular, sin que destaque especialmente. Porque también una de las virtudes de las bandas sonoras es que sea invisible, que tenga algo mágico.

‘Siete Vírgenes’ de Alberto Rodríguez, fue la primera, ‘Una palabra tuya’ de Ángeles González-Sinde, la que fue ministra de Cultura; ‘Primos’ de Daniel Sánchez Arévalo; con Alberto Rodríguez he hecho tres, ‘Siete Vírgenes’, ‘After’ y ‘Grupo 7’; ‘La Zebra’ del mejicano Fernando León, que está aún por estrenar; ‘Ali’ de Paco Baños, que se acaba de llevar el premio de nuevos realizadores de Madrid; una de Santiago y Verónica Forqué.. ‘Cuando los muertos’. O ‘El amor ya no es lo que era’ de Gabi Ochoa.

Desde el guión ya vas hablando con el director. Él te dice su punto de vista, tú comentas y le das el tuyo, y vas hablando en cuestión de tonos, de emoción, de grados de emoción. Porque empiezas a discutir si quiere una música alegre hasta qué punto la quiere alegre… Ya empieza la comunicación con los directores. Los directores suelen ser muy torpes a la hora de comunicarse con los músicos. Tienes que ir dando propuestas y meterte en la piel del director, porque al fin y al cabo no deja de ser un trabajo de encargo y a la vez tiene que ser un trabajo tuyo. Es el eterno dilema. Entonces es muy bonito de ver una película en vacío, a verla de repente con tu música puesta, da una satisfacción muy gorda. Realmente la música es bastante importante en las pelis, puedes convertir una secuencia triste en comedia o en terror o en drama, en función de la música que le pongas encima. También es un trabajo delicado en el que tienes que entender la historia, como al director.

 

Guille Milkyway me decía que en el cine a veces se considera la música como un elemento secundario cuando también tiene un protagonismo

Está en un segundo plano pero también tiene un punto narrativo potente ¿no?

J d l R: Fundamentalmente narrativo. Si tú oyes una banda sonora de principio sin ver las imágenes es fundamental que te cuente la película. Es uno de los objetivos que yo siempre me planteo.

¿Te llaman los directores porque ya estás dentro del circuito o por tu nombre?

J d l R: Ahora me acaba de llamar un director que sí que era fan de mis discos. Y como encima sabe que hago bandas sonoras y también le gustan las bandas sonoras pues me ha dicho, te llamo a ti de cabeza. Pero la mayoría (excepto Alberto) ha surgido por mi trabajo como músico de bandas sonoras. Además lo otros suma. Porque también hay películas en las que además de la banda sonora incidental hay canciones, que las canta una chica o yo o quién sea. Hay algunos directores que conocen mis discos y otros que ni los conocen.

 

¿Cuesta mucho componer la música incidental de una banda sonora? Porque es un lenguaje muy distinto al del pop o del rock

J d l R: Eso a mí es parte de lo que me motiva realmente. Porque yo experimento mucho más haciendo música de películas que haciendo mis propios discos. De hecho hubo una temporada en la que no estuve haciendo música para películas e hice un disco un poco más experimental. En mis discos hago rock, hago pop, hago canciones, las canciones son estrofa, estribillo, con voz, etcétera. Entonces la música incidental de películas al ser instrumental te permite romper muchos esquemas, sobre todo porque es música para imagen. Es básico y fundamental para hacer música para películas, saber leer la imagen. Es místico en cierto sentido, saber leer la emoción y lo narrativo de cada plano. Y eso te permite también romper muchos esquemas a nivel musical.

A mí me gusta esto porque yo experimento mucho en las bandas sonoras mezclando instrumentos que normalmente no son muy habituales en un disco de rock o de pop, como por ejemplo ‘En una palabra tuya’ mezclaba un pianet, con una mandolina, con un contrabajo, con un metalucho, con serrucho y con unas cuerdas. Y difícil de llevar eso al directo, porque no puedes llevar a una banda así por los locales. Entonces para mí es muy enriquecedor hacerlo en una película, porque si lo hago en un disco luego no va a haber manera de llevar eso al directo.

Una película me permite hacer cosas que no podría hacer con mis discos y que encima casa muy bien con la peli.

 

¿Siempre está el miedo de perder la esencia de lo que es Julio de la Rosa cuando trabajas por encargo?

J d l R: Al revés. Yo procuro perderla. Sí, porque desgraciadamente para bien o para mal, sé que mi huella va a estar ahí. En mis propios discos también me pasa. En mis propios discos también procuro no ser yo. Hay una frase de una película, ‘I love huckabees’, de Extrañas coincidencias, donde el lema de la peli es ‘How I cannot be myself’. “Como puedo no ser yo mismo”. Y eso es algo que me gusta practicar. Y en las pelis aún más, porque sé que es imposible no poner tu huella. Yo procuro pegarme, ceñirme a la peli, mi huella sé que va a estar ahí. Cuánto más me olvido de mí para hacer la música para la película sin avergonzarme de lo que pueda salir, porque sé, confío, que no me va a salir algo que no me guste. Y no voy a estar satisfecho además hasta esa cosa que hago me guste a mí mismo. Nunca voy a entregar algo de lo que yo no esté convencido. Para eso es básico olvidarte de ti mismo, meterte en el mítico agujero negro y ver por donde sales. Confiar en que va a haber una red abajo y que nunca vas a morir en el intento. Y si te la das te levantas y sigues buscando.

 

También has trabajado en televisión ¿no?

J d l R: Sí, he hecho un par de series. Igual podemos obviar hablar de ello. Me da vergüenza. Es donde más he cobrado, pero lo he hecho por la pasta.

Las series de televisión que he hecho me he quedado satisfecho con la música pero a ver, las películas que yo hago son otra cosa.

Las dos series que he hecho eran de Antena 3. Hice músicas curiosas y experimenté bastante. En una era un protagonista pijo en un barrio chungo y fue una música de mestizaje marciano, donde mezclaba percusiones con pianets, con trompetas, con marimbas, con metalófonos, con guitarras eléctricas, para crear música de todas partes para gente de todas partes. Fresquita por momentos, triste por momentos, pero que a pesar de todo también he hecho música de televisión que encaja con la serie sin necesidad de hacer nada de cuerdecitas MIDI, pianito chungo y tal.

 

 

¿Cuándo trabajas en otro ámbito es complicado que respeten al músico? ¿Uno tiene que guardar su sitio para que no te pisoteen y que valoren tu trabajo?

J d l R: En mi caso nunca lo he tenido con los encargos. Si que he tenido discusiones con el director o el productor de marras. El productor siempre quiere una música más comercial, el director siempre quiere una música más de autor, tienes que llegar a ese equilibrio. Depende de la película, depende del mamoneo en el que te encuentres. Tienes que llegar a un acuerdo, y esperar a qué ellos lleguen a un acuerdo en función de la dirección que toma la película, hacia dónde tiene que llegar. Cuando la gente me llama a mí para poner música a una película, a una obra de teatro o a una serie de televisión o un espectáculo de danza, que también he hecho. Me llaman a mí porque saben que yo voy a hacer algo que va a encajar perfectamente con la peli, que va a ser invisible, etcétera. Pero me llaman también porque saben que yo voy a hacer algo especial. No he hecho ninguna banda sonora con orquesta sinfónica, le he metido cuerdas y elementos de orquesta sinfónica pero en otro contexto. Cuando la gente me llama a mí es porque quiere algo en cierto sentido distinto hasta cierto punto. No quieren ni la orquesta sinfónica, ni el pianito de marras…. Pero siempre en otro contexto, jugando a darle una pequeña vuelta a las cosas para no hacer algo tan estándar que sea aburrido, y ya no sólo en la manera de entender la imagen, sino en la forma.

También ocurre que hay muy buenos músicos que trabajan en el cine y que no saben leer la imagen, básicamente, con un criterio propio y saber contar esa imagen.

 

Trabajar con el movimiento, en el caso de la danza; con el texto en el caso del teatro… Por ejemplo ¿Qué reto ha supuesto trabajar en danza o en teatro?

J d l R: Es muy bonito en el sentido que tienes a los actores a un metro de ti. Y cuando hacen un pase para el músico, te representan la obra para ti y a un metro de ti. Eso transmite una vibración distinta, que no tienes ni en la televisión, ni en el cine, ni en nada. Es como si yo ahora mismo toco aquí delante. Esa sensación es impagable.

 

Y ¿Lo hacías en directo?

J d l R: No, las obras de teatro que he hecho las he grabado porque no tengo tiempo de irme de gira con una compañía.

 

¿Para quién has currado?

J d l R: De teatro he actuado para Antonio Álamo y Roberto Santiago. En danza para su hermana Paloma Díaz Álamo.

 

Peaje Cubierta

El músico de hoy en día tiene que ser muy permeable y trabajar en otros ámbitos ¿no?

J d l R: Yo de hecho además de música hago muchas cosas distintas. Escribo libros, llevo editados dos libros de texto breve, un poemario, ahora saco una novela.

Luego de mi último disco realicé casi los dieciséis videoclips de las dieciséis canciones. He hice un Dvd de los videoclips. Hasta me premiaron por el videoclip en el festival de Alcañiz, se habían presentado más de 200 y mi videoclip tenía presupuesto cero.

Si las cosas las haces con sentido sale algo.

 

 

En ese caso cuando te lanzaste a realizar tus propios videoclips ¿Tuviste asesoramiento de alguien?

J d l R: No. A mí es algo que siempre me ha gustado. Ahora he hecho un corto, y estoy montándolo. He hecho dos, el otro lo perdí porque me robaron el ordenador y lo tenía en el disco duro, justo cuando iba a ir a la sala de montaje.

Más que pedir consejo es que hablo con directores de cine, tengo amigos, y de esas conversaciones saco algo, además de todo lo que he aprendido viendo muchas pelis y haciendo muchas horas en salas de mezclas de películas, de montaje. A mí me gusta el cine desde que era pequeñito, estudié Comunicación Audiovisual. Lo llevo en la sangre.

Y los libros lo mismo. Yo empecé haciendo canciones. Y las canciones son letras y música. En cierto sentido tiene su lógica que un tipo que hace canciones, acabe haciendo música sin letras, como bandas sonoras de películas; y que esas letras sin música, acaben en libros.

Es un recorrido que puede ser muy natural. Hay que tener suerte, echarle ganas y ser un poco caradura. Ser un sinvergüenza básicamente.

 

¿Qué le aporta a un músico trabajar en otras disciplinas?

J. d l R: Perspectiva. Aprendes conceptos. Creo que el arte en todas sus facetas, a la hora de crear… Crear es siempre lo mismo. Crear requiere una serie de pautas que es común a todas las facetas artísticas. Hay algunas de esas pautas que descubres cuando te sales de la faceta típica habitual a la que estás acostumbrado.

Empiezas en una faceta, cuando adquieres y manejas una serie de recursos, y con esos cuatro recursos vas haciendo cosas. Cuando te metes por ejemplo a experimentar en otra faceta artística descubres que esos recursos no valen y de repente tienes que crear un recurso más. Y ese recurso después, en una vuelta atrás, lo incorporas a tu música.

Yo lo he hecho con todo.

A la hora de hacer música aprendo más de otras cosas que escuchando un disco. En mis discos tengo más influencias de fotos, de cuadros, de películas y de libros que de música. También porque la música la tengo más interiorizada y ya me la sé.

Llega un momento en que conoces tanta música, que es difícil que un grupo te sorprenda como te sorprendía un grupo con veinte años. Y esa magia de que aparezca un grupo y te vuelva la cabeza del revés con veintidós años. Y esa sensación sí que la tengo cuando veo un cuadro, una foto, una película… Y esa sensación la incorporas a tu música. Tú música es la que haces pero incorporas esa magia a tu música.

Y más importante que todo eso es la vida misma. Creo que Víctor Erice lo decía al respecto de ‘El sol del membrillo’ que es algo que a mí me ha servido mucho. “Los cineastas a la hora de hacer su película se fijaban en otras películas, lo que hay que fijarse es en la vida”.

La gente cuando hace un disco, escucha otros discos, o ver otras películas. Quiero hacer una película de acción. Voy a verme todas las películas de acción. Quiero hacer un disco nocturno, pues escucho a Nick Drake, a tal y al otro… Esto, como decía Víctor Erice, es un error. La mayor influencia que tienes que tener es la vida, no solo otras obras de arte.

 

Como la música está en todas partes. Hay que adaptarse al lenguaje…

J d l R: Cada forma / expresión artística tiene un lenguaje. Eso sí, tienes que tener algo de oficio. Pero, yo creo en la falta de oficio. Porque muchas de las mayores obras de arte que conozco están hechas por gente que aún no sabían lo que era el oficio. Y que precisamente porque no sabían las reglas, hacían algo nuevo. En el momento que conoces el oficio cumples, sigues una serie de reglas y a esas reglas le aportas algo nuevo. Pero claro, estás jugando a un oficio en el que aportas algo pequeño. Pero y la magia del que no conoce el oficio y se tira a la piscina y se ahoga, pero me da igual que se ahogue. Y a lo mejor la obra tiene defectos miles, pero es una fuente de inspiración tal, que de repente es muy mágico.

El primer disco (y en el segundo) de multitud de bandas de rock legendarias es donde está la verdadera magia. Pavement por ejemplo. Muchos artistas en el momento en que van haciendo oficio, van moderando su propuesta, hacen algo más estándar. Obviamente es una ‘boutade’ pero creo en ello.

 

 

El músico de hoy en día sí que tiene que ser más permeable y volátil a trabajar en otras historias

J d l R: Cada cuál que haga lo que quiera. Igual que yo cambio en cada banda sonora que hago, y hago bandas sonoras muy distintas para cada película. A mí me parece muy bien que haya gente que haga siempre lo mismo (me gusta que Beck ofrezca en cada disco una sorpresa y también que Neil Young haga todos los discos iguales). En ese sentido cada maestrillo tiene su librillo. Y me parece que lo importante es que el resultado sea algo que te conmueva.

 

Vivimos en un momento en el que hay tanta fusión de lenguajes que eso cala en el creador, esa mezcla. Y que te vincules a otros lenguajes, además de la palabra y de la música

J. d l R: En los buenos, esa curiosidad normalmente existe en los buenos creadores. No hay cosa más triste que un músico que no sepa ni quién es Hopper, que conozco más de uno. A ver lo que te quería decir antes del oficio, es que todos hemos visto tantas películas, hemos escuchado tantos discos, hemos leído tantos libros. Que el oficio ya lo tenemos dentro. El oficio está interiorizado, porque todos sabemos que las películas por muy raras que sean, tienen un planteamiento, un nudo y un desenlace. Todos sabemos que tienen un punto de giro. Todos sabemos que hay un clímax, que hay un momento oscuro. Todos sabemos en el que parece que la batalla está perdida y de repente entramos en el tercer acto corriendo. Son cosas que instintivamente ya las sabes acerca de una película. Es cultura popular. No estamos hablando de cosas demasiado alejadas del pueblo. Todo el mundo sabe de eso. Por eso no creo en las escuelas.

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