Escuchaba el otro día una entrevista a un conocido grupo español donde les volvían a preguntar por enésima vez acerca de su música, y de su ubicación dentro del maravilloso mundo de las tendencias musicales. El debate principalmente discurría sobre la delgada línea que separa el anonimato del éxito, y cómo de la noche a la mañana se pasa de estar en un proyecto minoritario auto-gestionado desde todos los puntos de vista, a pertenecer al selecto grupo de “los elegidos” e instaurarse en el denominado mainstream. Es decir, pasar del estatus de banda indie al de banda de todos o “comercial”, musicalmente hablando.
Desde pequeños nos enseñan a ordenar las cosas, a asociar conceptos, a no perdernos por caminos escurridizos. Lo blanco con lo blanco, la paloma y la paz, el camino de vuelta a casa…, y nos resulta difícil cuadrar un círculo, porque simplemente no existe maniobra en nuestros esquemas vitales. Nos descoloca.
Y así ponemos nombres según nos convenga y apetezca, a personas, momentos, lugares, sentimientos, canciones… Etiquetas que clasifican y discriminan lo inalcanzable de lo cercano, lo más divertido de lo más aburrido, lo uno de lo otro, desperdiciando un sinfín de matices y colores que sin duda conforman un todo, más allá de un simple adjetivo: un carácter fuerte, una conversación interesante, una isla inolvidable, aquel estado estúpido de ensimismamiento, o la canción del verano.
Propongo una mente en blanco, un suicidio y reencarnación en personajes sin recuerdos, un nuevo Big Bang que nos devuelva la pureza de un sueño ingenuo que a su vez nos sugiera ideas inicialmente diferentes a las que nos dejaron. Propongo romper con un legado basado en un cajón desastre de prejuicios que nos limitan el ser y el pensamiento. Propongo una amnesia colectiva para comenzar desde cero.
Estamos en los días del intercambio, en la era de la globalización, en el nuevo mundo del mestizaje… ¿Por qué demonios íbamos entonces a perdernos la oportunidad de probar nuevos sabores o de descubrir colores del arcoíris hasta ahora desconocidos?
Sí, me gusta el pan con Nutella, el color verde esperanza, el cine de Tarantino, mirar a mi perro mientras duerme, el nuevo indie nacional (no tan indie por lo visto…); me gusta Barcelona tanto como San Sebastían, los sábados tranquilos, una buena discusión; me gustan los días raros…
Al final se trata de jugarle una mala pasada al señor Google, y que cuando éste intente indexarnos se tope con el Error 404 – no encontrado.
[…] el blog recordando los últimos artículos y posts, haciendo mención especial al artículo “INDIE O MAINSTREAM“. Irra Villares nos avanzó lo más interesante del fin de semana en cuanto a agenda cultural […]